Antiguamente las
palabras texto y discurso se concebían como sinónimos y eran usadas
indistintamente.
Autores
como Beaugrande y Dressler consideraban
inútil y una pérdida de tiempo establecer las supuestas diferencias
existentes entre ambos términos, pues lo que para algunos lingüistas es
“texto”, para otros es “discurso”. Más aún, en algunas lenguas sólo existe uno
de los términos.
Según lo estudiado vemos que algunos teóricos como Cassany (1998)
manifiestan que texto es cualquier manifestación verbal y completa que se
produce en una comunicación. Esta idea nos lleva a inferir que el discurso es
un texto. Bernández (1982) también
manifiesta que texto es “la unidad lingüística comunicativa verbal humana y destaca por su carácter
comunicativo, pragmático y estructurado. Este concepto también nos orienta a
ubicar al discurso como una de las manifestaciones del texto.
Cassany (1998) también nos
presenta una serie de características del texto, como la adecuación al
propósito comunicativo, a las personas a quienes llega el mensaje, al nivel de
formalidad de la circunstancia comunicativa; coherencia que se quiere comunicar
y cómo se va a realizar; cohesión articulada del texto, vinculando las
palabras; la estilística, que se refiere a los recursos que se utiliza para
embellecer al texto; y, la presentación que está relacionada con las
normas y convenciones y la habilidad de
los interlocutores. Si el discurso reúne estas características podemos sostener
que éste también es un texto.
Creemos, además, que la
clasificación del discurso está relacionada con la intencionalidad del texto,
el propósito de éste y lo que se quiere transmitir; de allí podemos desplazar
una tipología variada discursiva, entre ellas podemos destacar: Según las
intenciones, como la significación que predomina podemos obtener discursos
donde prima el conocimiento, como también
la función estética o la
argumentación; por otro lado según las propiedades formales encontraremos
discursos que dependen del contexto y de propósitos particulares que exigen un
determinado grado de formalización como los formales e informales; además según
los niveles del habla dan origen a tres grupos de discurso: El coloquial, el
técnico y el literario. Como se puede comprender existen varias formas de
clasificar un discurso y por lo tanto el análisis puede interpretarse de
distintas formas según el oyente o la información que contenga, en este aspecto
del análisis dependerá de los esquemas y factores emocionales, formales y
cognitivos de los receptores u oyentes.
Por consiguiente texto y
discurso se integran formando una
unidad, pero ambos mantienen
independencia: el texto tiene una organización interna bien precisa con reglas
de gramática, puntuación, coherencia, que garantizan el significado del mensaje
y el éxito en la comunicación, mientras que
el discurso se concreta en tres dimensiones: lenguaje, cognición y
sociedad.